El ozono (O3) tiene un peso molecular de 48 y una densidad una vez y media superior al oxígeno (02), es
energéticamente inestable, liberando oxígeno y un radical libre.
El ozono es reconocido por la comunidad científica internacional como uno de los más poderosos oxidantes de la naturaleza.
El ozono destruye las bacterias, tal como hemos apuntado en el inicio. Este efecto puede ser atribuido a su alta capacidad de oxidación. Tiene tal poder germicida que sólo unos pocos microgramos por litro son suficientes para mostrar dicho efecto.
Dado que ninguna bacteria anaerobia, virus, protozoos u hongo puede vivir en una atmósfera con alta concentración de oxígeno, todas las enfermedades causadas por estos agentes patógenos son potencialmente curables mediante la acción del ozono.
Esta es la base de la oxigenoterapia, terapia biooxidativa y autohemoterapia.
Se trata pues de un procedimiento barato, simple y de amplio espectro que muchos creen puede llegar a forzar una revisión completa de la industria médica.
Junto a su poder oxidativo el más importante hecho a resaltar es su interacción con los compuestos insaturados orgánicos, proceso llamado ozonolisis.
Mediante esta reacción se promueve la detoxificación orgánica de una gran cantidad de sustancias parte de las cuales pueden ser incluso carcinogénicas.
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