Las propiedades del ozono se centran en su gran poder bactericida, viricida y fungicida, propiedades que se derivan de su elevado potencial como agente oxidante. Pero, a su vez, el hecho de ser un gas le permite infiltrase en todos los repliegues de la mucosa vaginal consiguiendo la total erradicación de los gérmenes, de manera que es capaz de acabar con cualquier infección que, con otros tratamientos se haga resistente, porque los gérmenes patógenos tienen la posibilidad de salvarse arrinconados en alguno de esos pliegues vaginales.
El ozono es la terapia de elección en infecciones reiterativas o rebeldes o como coadyuvante con otras terapias para calmar y acelerar la curación. Suele aplicarse a pacientes que los ginecólogos remiten a los ozonoterapeutas porque no obtienen resultados con los tratamientos habituales y ya no saben qué hacerles porque no responden con los tratamientos habituales. Incluso algunas pacientes han ido cambiando de ginecólogo en busca de una solución definitiva. Ocurre que, en algunos casos, estamos frente a personas con bajas defensas o patologías muy arraigadas en las que los agentes patógenos se han hecho fuertes y es difícil erradicarlos. Quizá porque no se luchó con firmeza en el inicio.
La ozonoterapia ofrece una nueva vía de tratamiento que puede ser complementaria a la tradicional o reforzar ésta. Los antifúngicos locales no son siempre solución suficiente y los orales en tratamientos prolongados tienen muchos efectos secundarios en el estómago e hígado. Se da, además, la circunstancia de que estos mismos tratamientos prolongados bajan las defensas, cayendo irremediablemente en círculo vicioso: el tratamiento baja las defensas, se coge la infección, de nuevo el tratamiento, y otra vez, la infección.
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